domingo, 27 de enero de 2013


Desde casa vemos muchas rapaces salvajes.
Un milano nos sobrevuela a menudo, planeando bajo. El águila calzada también tiene su cazadero en nuestras tierras. No muy lejos de casa, a unos 300 metros, en el barranco, hacen su nido cada año halcones peregrinos. También vemos lechuzas, alimoches y muchos cernícalos. En primavera, cuando empiezan a volar los pollos con sus padres, es una gozada, espectacular.
Sin duda, esta cercanía con las rapaces nos ha marcado a fuego.
Me gusta el contacto con los animales. Sobretodo los animales salvajes. Creo que son más honestos que el hombre. Con ellos sabes a que atenerte.
Y me gusta su fuerza, su poderío, su velocidad, su valor.... Al adiestrar una rapaz juegas en la zona salvaje.

Yarak, con plumaje adolescente

lunes, 21 de enero de 2013


enero 2013
Salgo con yarak. Está en 700. Muy gordo, pero me interesa volarlo para ver cómo responde. Vamos a los campos de siempre, junto a casa. Cuando voy a soltarlo, veo un milano. Espero que se aleje. Pero se queda encima nuestro haciendo tornos y observándonos. Vuela muy bajo, está a unos treinta metros, como mucho. Cuando se va, suelto a yarak. Al principio, bien, me sigue rápido como siempre y vuela de mi puño a los posaderos que va encontrando, paredes, uastres. Pero de repente, cuando venía al puño se asusta por algo ¿? Y grita y se va un par de tancas mas allá. Le veo. Está arriba de una uastra. Bien… espero un rato. Me alejo, en vez de ir a por él, pero no viene. Recuerdo los consejos de cetreros, y espero. El tiempo, si soy paciente juega a mi favor. Llego al medio de la tanca, y viene cuando le llamo. Le doy roedero y pa casa. Tengo que bajarle, al menos, unos 30 gramos. Este invierno, su peso de vuelo ronda los 660


Altai perdido y recuperado

Noviembre 2012: Subo con Carlos a Ciutadella. Vamos a volar a Altai.
Altai es un híbrido gerifalte peregrino, muy altanero y experimentado cazador, con un carácter muy equilibrado.
Altai
Llegamos al voladero. Es un prado muy grande, casi totalmente despejado. Tan sólo hay una mata, en medio.
Primero, como debe ser, vuela el más inexperto. Así que Magí suelta el peregrino. Hace poco que lo tiene y en vez se subir, se posa enseguida en una uastra. No consigue que vuele y lo recoge, sólo con un pedacito de carne con la idea de probarlo otra vez luego.
Le toca al sacre-gerifalte de Lluis. Es un halcón enorme, da gusto verlo. Está recién adiestrado y vurela bien, aunque no sube mucho.
Por último, Carlos suelta a Altai. Le tiene preparado un escape de perdiz y, conociendo a Altai, esperamos expectantes ver uno de sus vertiginosos picados. Altai sube enseguida y se instala a unos 150 metros. Un puto punto en el cielo. Carlos suelta perdiz y el halcón se lanza en picado. Pero la perdiz gira y se mete en la única mata del prado. Altai remonta para arriba y nos sobrevuela en tornos. No podemos sacar la perdiz y Carlos le voltea el señuelo para llamarlo. Pero no quiere saber nada de señuelo. Yo he hecho mi trabajo, dice, quiero una presa. Y entonces, se lia: pasan dos peregrinos y Altai no deja pasar la ocasión de desfogarse en alguien: se va tras ellos como una flecha y desaparecen en dirección sur. En unos momentos, a esa altura, ya pueden estar a kilómetros de distancia. Carlos me lanza una mirada que lo dice todo: ya está armada.
Resignados, cogemos el receptor y ala!, a por el pájaro.... Tuvimos que caminar unos cinco km, campo a través. Se hizo de noche, cruzamos bosques, prados, bosques, prados, saltamos tancas y tancas...
Finalmente lo vemos, a la luz de la luna: una silueta en el tejado de una casa. Carlos voltea señuelo y Altai viene disparado.
Esto también es la cetrería. Tratas de controlarlo todo, pero la verdad es que cada vez que sueltas tu halcón te expones a perderlo.

Lua perdida y recuperada


Febrero 2012: Vamos a la feria de la perdiz. Es la feria de los cazadores de Menorca y la tarde del domingo vamos los halconeros con nuestros pájaros. Está previsto que haremos un escape de conejo para el que quiera.
Decidimos que volarán, en copla, Joquina, harris hembra de Arcadio, Lua, harris hembra de Carlos y Yarak.
Bueno, bueno... Yo andaba nerviosillo. Yarak no había volado nunca con otras águilas ni había perseguido conejo. Para acabar de rematarlo, estaba gordito, sobre 700, y el dia no acompañaba. Caía aguanieve… Isa me decía que me lo pensase, que estaba muy gordo. Pero Yarak me daba entonces mucha confianza. Estaba volando muy bien, incluso un poco alto, así que nos arriesgamos.
Pues, hizo un papel bastante digno: sueltan el conejo, que sale disparado y soltamos las aves: Joquina llega la primera y lo traba, pero Yarak, aunque llega el último, le quita el conejo!! Brutal. 
Recuperamos los pájaros al puño y el conejo vivo, así que hacemos otro escape. Vuelven a soltar el conejo y las águilas se lanzan de nuevo. Esta vez se van más lejos y Lúa hace un giro sobre la pieza y se va para los árboles. Arcadio y yo recuperamos a Yarak y Joquina, pero Lua se pierde. Todo pasa muy rápido. Anochece enseguida y armados con linternas buscamos a Lua, que lleva emisor pero no lleva cascabel… Localizamos el rastro, hacia arriba en la montaña junto a la feria. Pero es imposible seguir. Es bosque muy muy cerrado y no vemos nada. Decidimos seguir mañana a primera hora.
Al dia siguiente, a trenc d´alba, vamos Carlos y yo a por Lua. Subimos el monte donde se perdió, siguiendo la pista telemétrica del receptor que lleva Carlos. Nos cuesta horrores avanzar cada metro. El monte es un bosque muy cerrado, todo son zarzas y matorrales muy espesos. A media subida, empieza a nevar, pero la señal es buena y, a trancas y barrancas, vamos siguiendo el rastro. Al fin, la hallamos. Está arriba de un pino grande. A los pies, la plumada y restos de una paloma que ha cazado. Mal asunto. Ha comido y no piensa en bajar. Y el bosque es tan espeso que no tenemos opción de probar ninguna estrategia. Carlos decide dejarla y volver mañana.
Carlos volvió con Arcadio al dia siguiente y la encontraron, más cerca del pueblo. Yo curraba y, lo que son las cosas, me llama Carlos para decírmelo, justo tras recuperarla, con ella en el puño, cuando pasaba en coche por mercadal y estaba mirando donde se perdió…..

domingo, 20 de enero de 2013


Lo que siento al volar mi águila es una sensación difícil de explicar. Pero hay algo ancestral, muy antiguo.
Es una sensación que me transmiten las garras de yarak cuando lo llevo en el puño, sus alas, su plumaje.
Es su mirada indómita. Salvaje, pero que se transforma cómplice.
La recompensa de verlo volar libre de vuelta a mi puño tras un paseo por el campo.
Es, sobretodo, la promesa de la caza.


Hay muchos, pero uno de los momentos más emocionantes es el de soltar las pihuelas: para situarnos, estás en el campo, con tu pájaro, la lechuza, el xóric, el águila, en el puño. 
Miras al cielo, despejado, no ves depredadores.  Sacas la lonja, el tornillo, ya sólo agarras tu ave por las pihuelas. Son lo único que la retienen.
Y sueltas pihuelas... Tal vez gritas, dando fuerza al ave, liberando algo.
Acabas de soltar tu rapaz, que vuela libre.
Pasan por tu cabeza todos esos dias de entreno, de amansamiento, de confianza, de conocimiento mutuo, de estrategias…….. y, claro, tienes nervios, alegría… orgullo..
Vuelas una rapaz indómita. Que confia en ti y colaborará contigo.
Y entonces, te abandonas. Te liberas de cualquier preocupación y ya no piensas en nada. Tan solo disfrutas del vuelo. Y estás concentrado en tu águila. Vinculado. Un poco, es como si volaras con ella. Disfrutas y quieres que el pájaro también disfrute.
A veces, se aleja, pero das un pitido y tienes la recompensa: tu ave gira y viene veloz hasta tu puño.
Le das la gorja final que se come en el puño y vuelves a casa satisfecho. Feliz.


viernes, 18 de enero de 2013



Enero 2013
 Si quereis saber como se siente un cetrero, teneis que comprenderlo junto con sus rapaces.
La felicidad del cetrero, como sus pensamientos,  está supeditada a su relación con sus halcones. El cetrero vive para ellos.
Si su ave vuela bien, está sana, fuerte y equilibrada, el cetrero es feliz.
Pero si algo le pasa, no puede pensar en otra cosa.
Si se pierde tu halcón, no descansas hasta recuperarlo.
En este mundo pasas muy rápido del cielo al infierno.
Ahora los cetreros estamos contentos, porque empieza la temporada de volar.
Ya hemos saboreado los primeros vuelos con nuestras aves y sabemos que nos esperan unos intensos meses de aventuras, de vuelos, de lances….de emoción en estado puro. Libertad.