Altai es un híbrido gerifalte peregrino, muy altanero y experimentado cazador, con un carácter muy equilibrado.
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Altai |
Primero, como debe ser, vuela el más inexperto. Así que Magí suelta el peregrino. Hace poco que lo tiene y en vez se subir, se posa enseguida en una uastra. No consigue que vuele y lo recoge, sólo con un pedacito de carne con la idea de probarlo otra vez luego.
Le toca al sacre-gerifalte de Lluis. Es un halcón enorme, da gusto verlo. Está recién adiestrado y vurela bien, aunque no sube mucho.
Por último, Carlos suelta a Altai. Le tiene preparado un escape de perdiz y, conociendo a Altai, esperamos expectantes ver uno de sus vertiginosos picados. Altai sube enseguida y se instala a unos 150 metros. Un puto punto en el cielo. Carlos suelta perdiz y el halcón se lanza en picado. Pero la perdiz gira y se mete en la única mata del prado. Altai remonta para arriba y nos sobrevuela en tornos. No podemos sacar la perdiz y Carlos le voltea el señuelo para llamarlo. Pero no quiere saber nada de señuelo. Yo he hecho mi trabajo, dice, quiero una presa. Y entonces, se lia: pasan dos peregrinos y Altai no deja pasar la ocasión de desfogarse en alguien: se va tras ellos como una flecha y desaparecen en dirección sur. En unos momentos, a esa altura, ya pueden estar a kilómetros de distancia. Carlos me lanza una mirada que lo dice todo: ya está armada.
Resignados, cogemos el receptor y ala!, a por el pájaro.... Tuvimos que caminar unos cinco km, campo a través. Se hizo de noche, cruzamos bosques, prados, bosques, prados, saltamos tancas y tancas...
Finalmente lo vemos, a la luz de la luna: una silueta en el tejado de una casa. Carlos voltea señuelo y Altai viene disparado.
Esto también es la cetrería. Tratas de controlarlo todo, pero la verdad es que cada vez que sueltas tu halcón te expones a perderlo.
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